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Tendencias “Españolísticas” I Parte

Tendencias “Españolísticas” I Parte

Después de los disgustazos que se llevó mi pobre redactor jefe con las joyas de la corona, el hombre ya no está para muchos trotes, me propuse encontrar un tema que le diera más penas que alegrías, procurándonos así a todos, Morancos, redactores, conyugues y compañeros de fatiga, una semana de paz y tranquilidad.

Pero, muy a mí pesar, no ha sido posible. Porque las buenas intenciones son necesarias pero no suficientes…, y la semana, tal y como me auguraba la pepita grilla que llevo dentro, ha sido toledana.

El lunes por la mañana con mis buenos propósitos a cuestas, como si se tratara de la primera semana del año, donde todo son listas llenas de firmes intenciones como dejar de fumar o ir al gimnasio, me presenté en la redacción llena de optimismo y energía, cual caja de Pharmaton Complex, dispuesta a mejorar los síntomas de fatiga o cansancio de mi querido redactor-jefe.

A última hora, había conseguido un montón de temas molones que, ilusa de mí, pensaría que llenarían de orgullo y satisfacción el espíritu de mi jefe. Así, me presenté en su despacho con la mejor de mis sonrisas y una honra de buena mosquetera que no me cabían en el pecho. La jugadora que llevo dentro le plantó encima del tapete las mejores apuestas de la semana, dispuesta a vencer a la temible banca y llevarme el bote completo, entre ovaciones, aplausos y pitidos de máquinas y sirenas la mar de divertidos. Los temas pasaban por “Burgos, la tierra tal y como era”, “Diario de un nómada”,El universo escondido”, y el que más me entusiasmó de todos y que pensaba haría las delicias de mi redactor jefe, “El escarabajo verde”.

¡En qué momento! Fue cuestión de nanosegundos, porque no dio tiempo a más, el redactor –jefe  se volvió muy  loco. Gritos, rebuznos, sonidos guturales de ultratumba que dejan a Gollum a la altura de la Caballé, y unos aspavientos con los brazos y las manos, feísimos, que han hecho que ponga en cuarentena su sicomotricidad el resto de mis días “Mire señorita, usted lo que tiene es la cara más dura que el cemento armado y muy poca vergüenza  ¡Váyase a freír espárragos o tomar viento fresco, donde más le plazca, pero los cuatro pelos que me quedan en la cabeza, no me los toma a mí una listilla con desplantes de Paris Hilton y aires de Jane Austen, porque no me daaaaaaaaaaa la gana! Si no quiere estar escribiendo esquelas , bebiendo coca-colas sin cafeína y conformarse yendo al cine el día del espectador – sabía yo que restregarle tanto por el morro la situación precaria de mi ocio no me traía nada bueno- hasta el juicio final, vaya a su mesa y haga el favor de ponerse a trabajar y traer un tema en condiciones”.

Mientras gritaba, sentía como el suelo se tambaleaba y se abría lentamente, y un abismo la mar de malo, se abría ante mí, esperándome con los brazos abiertos. Por más que invoque a la Thor que llevo dentro para combatir entre las dos a las fuerzas del mar, no tuve valor para decir esta boca mía. Igual de triste que un perro callejero, con mucha pulga y garrapata, me fui del despacho con el rabo entre las piernas, unos picores de padre y muy señor mío, temblando y, requetemuy desconsolada.

Durante los escasos metros que separan mi mesa de las puertas del infierno, sufrí una de mis cada vez más frecuentes metamorfosis kafkianas; la Montecrista que llevo dentro resurgió de entre las cenizas, volviéndose muy loca, desenvainó su teclado, preparada a terminar con el redactor-energúmeno-malvado de una vez y para siempre.

Surcando los mares del lejano Internet, encontré el tesoro que tanto anhelaba entre las grutas de las islas colonizadas por personajes del mundo del corazón, el jartuleo y la farándula. Al abrir el cofre de madera de encina con aros de hierro cincelado, resplandecieron ante mí las mayores joyas y alhajas más preciosas, en forma de rubias pechugonas que se casan con futbolistas y, por obra gracia del Espíritu Couché, de un puti-trono, pasan a convertirse en alumnas de la prestigiosa escuela para presentadores de televisión de Jesús Hermida, con el fin de formar parte de lo mejorcito de las nuevas generaciones de presentadoras- silicónicas. O abogadas sevillanas con apellidos de accidentes geográficos, que entre rebujitos, capotes, casetas y mucho volante, conocen al amor de su vida, toreros con fama de capear más cuernos dentro que fuera de las plazas, y de repente, abandonan las leyes y los tribunales, para caer rendidas ante los pies de las pasarelas y los backstage, en cursos express de diseños de moda.

Lo que unos consiguieron en años, a base de sudar la gota gorda y lo que no está escrito, abogadas sevillanas, lo consiguen en tiempos records de seis meses, con un trabajo fin de carrera que pasa por confeccionar su vestido de novia, con forma de lámpara, gemelos que se convierten en pendientes y pulseras abuelísticas gigantes que le valen a una para sujetarse los tules de la cabeza.

Un no parar de joyas, piedras preciosas, diamantes y brillantes, fuente inagotable de riqueza, que cegó mis pobres ojos, con severos desprendimientos de retina, para el resto de mis días.

A última hora, enjoyada hasta las cejas, me presenté en el despacho del redactor a cantarle los platos del día con una agonía muy mala, viendo cómo se alejaban en el horizonte, a manos de piratas con patas de palo y muy malvados, mi coca-cola sin cafeína y mis pelis de los miércoles. Sin adentrarme más de la cuenta en los confines del infierno, lancé los papeles del tesoro en la mesa del redactor-jefe, ahora Lucifer, y me quedé clavada en el suelo como una estaca, sin pestañear y prácticamente ni respirar. El hombre se tomó su tiempo, mientras se atusaba los pelillos del bigote, para leer toda la documentación y, después de lo que me pareció una eternidad, se me quedó mirando y haciendo unos ruidos de ardilla muy desagradables, se recostó en su silla y dijo “Esto ya es otra cosa. Me gusta…Empiece a escribir”.

La mar de contenta, corrí a mi mesa, la que hace esquina con las puertas del infierno, y empuñando las teclas como buena mosquetera, redacté: Tendencias Españolísticas, I Parte.

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