PARTE II »

Guilty pleasures

Guilty pleasures

Tal y como había pronosticado, la semana pasada, “esos dejarme llevar” muy míos, no me iban a traer más que dolores de cabeza, sufrimiento y vergüenza, mucha vergüenza…

Con la satisfacción que da el cumplir con lo debido, me presenté en el despacho del redactor-jefe, con una sonrisa triunfal, el artículo de los dichosos “guilty pleasures” terminado, y una tranquilidad la mar de buena, gracias a la astucia que me caracteriza, o eso creía yo, sin desvelar mis pequeños placeres ocultos, y defendiendo a capa y espada la poca vida social, a base de coca cola sin cafeína, de la que servidora gusta de disfrutar cuando la ocasión lo merece.

La ignorancia es atrevida, y ofender la inteligencia de aquellas personas con unas cuantas horas de vuelo más que una misma, peor todavía.

Con una sonrisa triunfal y la palabra victoria escrita a todo color en mi frente, aporreaba mi teclado, cuando sonó el teléfono de mi mesa, y el redactor me pedía ,si no era mucha molestia, que fuera a su despacho a comentar unas “cosillas” del artículo que creía no estaban muy claras.

La pepita grilla que llevo dentro daba saltos de alegría en mi interior mientras me gritaba, como al que le toca el euromillón, que ya me lo había advertido.

Di una patada en el trasero a la petarda de mi conciencia, Pepita, y otra más grande, a la listilla de mi diosa, Victoria, y entré en el despacho, con un espíritu nada mosquetero y muy cobardica.

“Lista, muy lista”, me dijo mi redactor, mientras cerraba la puerta, pero, “essssto no es lo que te había pedido”, mientras giraba la pantalla del ordenador y negaba constantemente con la cabeza.

Tales circunstancias son para agachar la cabeza y entonar el mea culpa que, por otro lado, tampoco cuesta nada. Pero, aquí servidora es muy fan de negar la mayor y, como buena capitana, aguantar en el barco hasta el final. Esta valentía me hubiera venido la mar de bien como espía o revolucionaria de la II G.M, pero en el siglo XXI, con la que está cayendo, y cobrando para un ocio a base coca-colas sin cafeína y visitas esporádicas al cine el día del espectador, pues no.

Como había ocurrido la semana anterior, ignoró mis excusas y justificaciones y me acusó, con toda la razón del mundo, de haberme escapado por la tangente, con una lección magistral de historia y con unos placeres ocultos tristes y la mar de aburridos. El hombre muy enfadado, con la nariz y los mofletes rojos como tomates y,  la vena de la frente verde como un campo de lechugas, me decía que él quería algo distinto y que, por supuesto, esperaba mucho más  del artículo y de los “guilty pleasures” de una servidora.

Al escuchar “más” empecé a ponerme bastante nerviosa, porque la parte desconfiada y un poco loca de mi cerebro, sospechaba que el hombre enfadado de nariz y mofletes pimentoneros y venas verdes fosforitas esperaba que, aquí servidora, tuviera placeres ocultos de protagonistas dignos de pelis de Almodóvar: “cuando las agujas de la catedral marcan las 03:00 de la mañana, mientras repiquetean las campanas y la ciudad duerme, con nocturnidad y alevosía, la bruja que hay en mí, salta como un resorte, y en el salón de mi casa, desnuda, meto en una cacerola encarada al norte, salvia, dientes de murciélago y,  lenguas de unicornios tricolor, mientras canto y bailo ritos brujísticos, la mar de molones, acompañada del ritmo hechicero y todopoderoso de mi escoba”.

El chasquidos de sus dedos me devuelve a la realidad, castigo en un rincón a las partes desconfiadas y muy locas de mi cerebro, e intento salvar este desaguisado de brujas, unicornios, pócimas y gente bailando desnuda en salón de su casa a las 03:00 de la mañana// ¿pero usted ha leído el libro? O ¿sabe que son los guilty pleasures? El hombre, resopla, y sin muchas ganas de discutir a las horas que son me pide un tono de enanito quisquilloso que lo “ilustre”, mientras se frota las sienes y, yo me despido de la coca-cola sin cafeína, la peli del día del espectador y me enfrento a uno de los momentos más vergonzosos de mi vida.

Le cuento, sin mirarle a los ojos, que los “guilty pleasures” son placeres que la gente no se atreve a confesar por el miedo al qué dirán como, por ejemplo, hacer pipí en la ducha, llevar en el iPod bandas sonoras cuestionables, como la de MacGyver, ponérmela a todo lo que da el volumen y sentirme muy poderosa mientras la escucho y camino por la calles dela ciudad y, para rematar, considero que Alfredo Landa ha sido uno de los mejores actores de este país y que cada vez que veo “Cateto a babor” lloro hasta morir de la risa.

Sin respirar y sin darle tregua para que el hombre pueda hablar, su cara es un cuadro que ríete tú de Picasso, remató mi sainete particular con el argumento de “50 sombras de Grey”/ “es una novela erótica, en la que la protagonistas, Anastasia Steele, recién graduada en la universidad, se enamora de un jovencísimo hombre de negocios, Christian Grey, de gustos sexuales dudosos, cuando menos. Dichos placeres le fueron descubiertos al joven empresario, en plena pubertad, por una de las mejores amigas de su madre.

Por lo visto, el éxito de la novela entre el público femenino son las escenas explícitamente eróticas, donde la lectora se encuentra con un amplio abanico de prácticas sexuales que pasan por la dominación, sumisión, el bondage,  la disciplina, y el sadismo y masoquismo. Pero,  creo que lo trae cola del asunto no son tanto las prácticas y fantasías sexuales que la escritora explica la mar de bien, sino la historia de amor entre los protagonistas de la historia, Anastasia y Christian.

No me hizo falta alegar mucho más, con la boca abierta hasta el piso de abajo, después de escuchar mis placeres ocultos y el argumento erótico-festivo del libro, me invitó a volver a mi mesa de trabajo y reconsiderando los hechos, me dijo que el artículo tampoco estaba tan mal y que seguramente a los lectores les gustaría.

Por su parte, servidora se levantó dignamente de su silla, con aires de Scarlett O´Hara, y dejó hacer a la Montecrista que lleva dentro, que, loca de la felicidad, abandonó el despacho dando saltos de alegría, sacándole la lengua al redactor y haciendo unas cosas imposibles con los ojos, mientras gritaba como una loca “¡rebota, rebota que tu culo explota!”.

Y los guilty pleasures,  las brujas, los unicornios, Scarlett, Montecrista y una servidora nos fuimos con la música y nuestros placeres a otra parte…

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