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Los temores a nuevas restricciones reabren el debate sobre la segunda ola

Los focos activos en España han sido dados por controlados.
Los temores a nuevas restricciones reabren el debate sobre la segunda ola
La Cruz Roja ha instalado este miércoles un albergue en el polideportivo de Fraga (Huesca) con capacidad para acoger a 50 temporeros que no dispongan de un hogar, para trabajar en la recogida de fruta, tras la detección de un rebrote de coronavirus en la zona que se originó en el sector agrícola.
La Cruz Roja ha instalado este miércoles un albergue en el polideportivo de Fraga (Huesca) con capacidad para acoger a 50 temporeros que no dispongan de un hogar, para trabajar en la recogida de fruta, tras la detección de un rebrote de coronavirus en la zona que se originó en el sector agrícola.

Los temores a nuevas restricciones alentados por los últimos brotes de coronavirus han reabierto el debate sobre tres constantes de la pandemia situadas siempre en primer plano: la relajación de las medidas de seguridad ante una menor percepción del riesgo, el confinamiento y la segunda ola del virus causante de la covid-19.

Los focos activos en España, en particular el de las cuatro comarcas hortofrutícolas orientales de Aragón descendidas a la fase 2, han sido dados por controlados en una jornada en la que se han notificado 196 nuevos contagios, 88 más que ayer, y dos muertes confirmadas con pruebas diagnósticas en las últimas 24 horas.

Mientras Gobierno y PP negocian en privado un posible acuerdo sobre el decreto de la “nueva normalidad”, sin dejar de airear en público sus reproches, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha empeorado sensiblemente sus previsiones para España al estimar una caída del PIB del 12,8 % para este año con una previsión más pesimista sobre los plazos de recuperación.

Medidas de seguridad y confinamiento


La advertencia la repiten casi desde el principio de la pandemia epidemiólogos y expertos en salud pública: sin medidas de seguridad -resumidas después de demasiadas dudas en distancia y mascarilla- no hay manera de controlar al virus. En las duras jornadas de marzo y abril, con los muertos superando en el pico los 900, era más fácil que calara un mensaje que poco a poco ha ido perdiendo poder de convicción entre muchos sectores, sobre todo el de los más jóvenes.

La percepción del riesgo se ha ido mitigando a medida que se vaciaban las ucis, se conocía mejor al SARS-CoV-2 y se extendía la idea, sin la base científica suficiente, de que su fuerza letal había “aflojado”. Se vieron entonces aglomeraciones como las registradas ahora, en plena festividad de San Juan, en un macrobotellón en las playas de Cádiz o en la concentración espontánea de personas arracimadas en el centro de la localidad menorquina de Ciutadella.

La preocupación de las autoridades sanitarias se centra principalmente en esos jóvenes que en muchos casos se consideran “invulnerables”, a partir de la certeza de que los contagios para ellos son casi siempre mucho más leves o asintomáticos, y ahí esta el problema de este coronavirus que puede infectar de manera generalizada y, cuando explotan los casos, la epidemia ya se ha disparado.

Al primer embate de la covid-19 se le hizo frente, tras muchas renuencias y casi total desconocimiento, con confinamientos en casi todo el mundo, también en España, donde nadie se plantea un eventual retorno a esa medida extrema y se aboga por aplicarlos de manera específica, en un territorio concreto, como está haciendo Alemania con 640.000 personas por un foco surgido en una empresa cárnica en Renania del Norte-Westfalia.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha dicho hoy que quiere pactar con el Gobierno un plan para confinar municipios si se producen nuevos brotes como los detectados en la última semana en España, todos ellos bajo control, según han informado las respectivas autoridades sanitarias regionales.

Brotes controlados 

El Gobierno aragonés ha dado por controlada la situación en las comarcas oscenses de Cinca Medio, Bajo Cinca y La Litera y en la zaragozana de Bajo Aragón-Caspe, descendidas al nivel de 2 de la desescalada tras un brote con más de un centenar de casos, casi todos asintomáticos, originado en el pequeño municipio de Zaidín entre trabajadores inmigrantes de empresas hortifrutícolas, que derivó en transmisión comunitaria.

Ayuntamientos de la zona han habilitado polideportivos para acoger a los trabajadores que deben guardar cuarentena, mientras los sindicatos advierten de que las condiciones en las que viven muchos de los temporeros, hacinados en demasiadas ocasiones, contribuye a que se produzcan estos contagios.

El resto de focos, en una residencia de mayores de Lleida, en el Centro de Acogida, Emergencia y Derivación de Cruz Roja de Málaga, en el Hospital Río Hortega de Valladolid o en sendos entornos familiares y sociales de Navarra, también están controlados.

Más allá de estos nuevo casos, y con la vista puesta en los efectos de la reapertura de fronteras, la preocupación salta a escenarios más complejos, como el de una eventual segunda ola, adelantada a este mismo verano en consonancia con lo que está pasando en países como Corea del Sur o Irán, o en el próximo otoño como vaticinan buena parte de los epidemiólogos.

La llegada de esa eventual ola a partir de octubre la haría coincidir con la gripe común, lo que añadiría aún más presión al sistema sanitario. Ante esta circunstancia, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha anunciado hoy en su habitual comparecencia semanal en el Congreso que se van a incrementar las vacunaciones en sanitarios, personas mayores y otros grupos vulnerables con el objetivo de llegar al 75 %.

Estimaciones, negociaciones y reproches

Ante los nuevos brotes y los rebrotes que se suceden en el mundo, donde la OMS espera que se alcancen los 10 millones de contagios la semana que viene, las bolsas han acusado hoy fuertes caídas, propiciadas también por las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) que prevé un impacto más grave de la pandemia y una recuperación más lenta.

Entre los países desarrollados será España, junto a Italia, la que sufra más la crisis económica derivada de la crisis sanitaria con unas estimaciones para este año, que empeoran sensiblemente las anteriores, al vaticinar que el Producto Interior Bruto caerá un 12,8 por ciento y que la subida en 2021 será solamente del 6,3 por ciento.

En medio de tan malas perspectivas, el Gobierno y el PP negocian en privado el decreto de la “nueva normalidad” que se votará mañana en el Congreso -y que cuenta ya con los apoyos de PNV y Ciudadanos y el rechazo de ERC- pero en público no cesan en sus reproches, como se ha visto un miércoles más en la sesión de control parlamentaria con los intereses de España, los muertos por la epidemia y el 8-M de nuevo encima de la mesa.

En una repetición ya tantas veces vista durante estos tres últimos meses, las manos tendidas de unos y otros, de Pedro Sánchez y de Pablo Casado, han acabado en dedos alzados señalando al oponente por no querer llegar a ningún acuerdo, con el corolario de sus más directos colaboradores elevando la acusación, del mismo modo que el tono y el verbo. 

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